Recibe su amor…
El ADN del Discipulado: Las Relaciones Nutritivas 2
Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo (de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra), para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
Efesios 3:14-19
Dios Padre nos rodea con amor. El discipulado no se trata de ganar el favor de Dios o de añadir algo para mejorar el Evangelio. El más maduro de los aprendices de Jesús aún necesita la sangre derramada de Cristo en la misma medida que el recién nacido en Cristo. El amor de Dios Padre está perfectamente demostrado a través de Jesús, de su vida y de su muerte, por lo cual no podemos ser más amados por el hecho ser buenos discípulos. Él nos ama a través de su Hijo, perfectamente, eternamente y sin condiciones. Él es el padre del hijo pródigo, siempre deseando lo mejor para nosotros, anhelando nuestra restauración cuando nos desviamos y celebrando la victoria cuando nos volvemos a Él. Interactuamos con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en comunidad, la Santísima Trinidad, buscando nuestro crecimiento y transformación, y haciendo todo lo necesario para que esto ocurra. Esto nos ayuda a mantener nuestros esfuerzos personales en perspectiva.
Para reflexionar:
- ¿Qué más puede hacer Dios para ayudarte a crecer?
- ¿Cuándo te sientes más amado o amada por Dios?
Hambriento de más?
- Busque las oraciones de Pablo para ver qué complementos tiene este pasaje.
En este gran amor…